"Tener en Torrevieja". Turismo residencial de vascos en un municipio del sur de Alicante

Partiendo de atractivos medioambientales basados en la disponibilidad de playas, de un clima que garantiza más de 3.000 horas de sol al año, y de una amplia oferta expuesta en el mercado de la vivienda bajo la promoción de segundas residencias, Torrevieja, en el litoral meridional de la provincia de Alicante, es hoy uno de los destinos más vendidos por las inmobiliarias a nivel estatal y paradigma de ciudad especializada en turismo residencial, tipo de turismo sedentario donde "la casa en la playa" se convierte en centro y motivo de ocio.

La aplicación desde los años 80 de patrones de edificación intensiva y un modelo extensivo de uso del suelo donde destaca el predominio de la vivienda adosada de poca altura, favoreció la aparición de un producto barato y asequible, que, precedido de una eficaz publicidad, tuvo gran aceptación en Euskadi, área geográfica del Estado de donde sale el tercer grupo de visitantes en orden de importancia que recibe el municipio alicantino y donde, según datos del Instituto de Estudios Turísticos 2000, más del 30% de las familias tienen acceso a una segunda residencia -eligiendo el 11% de ellas la compra en poblaciones de la Comunidad Valenciana-.

La variedad de comportamientos residenciales que permite la disponibilidad de una vivienda propia en el destino vacacional, establecida por la dinámica interna del grupo familiar del propietario prolongando y desestacionalizando las estancias, se traduce en una amplia tipología donde se incluyen visitantes ocasionales, estivales, visitantes invernales y aquellos que residen durante 9 ó 10 meses en el municipio turístico -jubilados y pensionistas sobre todo-. En ocasiones la adquisición de una vivienda como segunda residencia asociada a la práctica turística, precede a un tipo de asentamiento estable en el destino. Representantes de asociaciones vecinales y algunos residentes vascos cifran entre 2.000 y 2.500 las personas de esta procedencia que viven durante la práctica totalidad del año en Torrevieja. Una cifra que en los meses estivales se dispara con estimaciones que sitúan en 45.000 los visitantes procedentes de Euskadi y Navarra que ya sea durante algunas semanas o durante toda la temporada veraniega, disfrutan su tiempo de ocio en una segunda residencia.

La propiedad de una vivienda adicional a la de uso ordinario en un espacio distinto al de residencia habitual, hacia donde el individuo se traslada de forma periódica en un viaje preferentemente familiar, confiere a los visitantes una cualidad superlativa. Como producto de consumo, la casa en la playa proporciona al individuo una posición distinguida en su espacio social de procedencia, y la expresión acuñada en Euskadi "tener en Torrevieja", resume la carga de privilegio social y económico inherente a la compra de una de estas viviendas. Disfrutar de la suavidad del clima, los beneficios de éste sobre la salud y el bajo precio de las viviendas son tres de las razones más repetidas por los visitantes de esta procedencia al explicar la compra de una casa a 900 km de distancia. La posibilidad de convertirla en objeto de rentabilidad económica a través de su alquiler, combinando las facetas de ocio y de negocio, la búsqueda de experiencias extraordinarias -salir de la rutina- o el deseo de tranquilidad, son otras de las motivaciones que los visitantes incluyen en sus respuestas.

En la práctica del turismo residencial aparecen flujos simbólicos y materiales de relación que permiten al visitante una secuencia de continuidad con su lugar de procedencia desde le lugar de destino. Quienes se desplazan desde Euskadi hasta el litoral alicantino, encuentran espacios que les permiten mantener sus hábitos de conducta en ambientes que a modo de burbujas sociales y culturales recrean aspectos propios reproduciendo sus referentes identitarios. La vivienda, el vecindario en la urbanización residencial, restaurantes, bares, cafeterías, lugares abiertos y cerrados, públicos y privados, sirven a estos visitantes de espacios de encuentro y re-conocimiento como miembros de un grupo cultural. Todo gracias a la presencia de personas procedentes de Euskadi que, dentro de una corriente inmigratoria paralela a la activación de flujos turísticos desde este territorio hacia el levante peninsular, se instalan en el destino aprovechando las oportunidades económicas y laborales que ofrece la actividad turística en estos municipios, desarrollando una actividad económica en la que vascos gestionan establecimientos y servicios para vascos fuera del territorio de Euskadi.

La identidad es así reproducida y encontrada en el destino turístico a través de la lengua, la gastronomía o las relaciones sociales que permiten la agrupación de personas de la misma procedencia. Un microcosmos organizado en Torrevieja en torno a los visitantes residenciales procedentes de Euskadi y Navarra que abre la posibilidad de la existencia de otros similares en diferentes destinos dentro de un entramado donde el papel de esta cultura está todavía por determinar