Aizpuru Murua, Mikel Xabier (2000) El nacionalismo vasco en Guipúzcoa. Orígenes, organización y actuación política (1893-1923). Other thesis, Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea.
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El Partido Nacionalista Vasco surgió en una Guipúzcoa que a principios del siglo XX se encontraba experimentando un importante proceso de modernización socioeconómico que no cuestionó, al menos en este estadio, los valores fundamentales que habían cohesionado la provincia a lo largo de todo el siglo XIX: Religión y Fueros. Podemos distinguir varias fases en el desarrollo del nacionalismo guipuzcoano. La primera se extiende desde la última década de 1800 hasta 1908, año en el que se eligió el primer GBB. Esta etapa se caracterizó por el alejamiento de la participación electoral directa y la omnipresencia de las referencias religiosas. Los escritos en la prensa vasquista, de personas que después se declararán como nacionalistas, insistieron sobremanera en la cuestión lingüística como factor de nacionalidad. La segunda fase abarca desde 1908 hasta 1915, año en el que Miguel Urreta obtuvo el primer acta de diputado provincial para los nacionalistas. La incipiente consolidación organizativa y el enfrentamiento clericalismo-anticlericalismo permitieron una actitud más decidida por parte de los nacionalistas guipuzcoanos. La última fase se extiende desde 1916 hasta septiembre de 1923. Sólo en ese momento alcanzó el nacionalismo una situación cómoda en el sistema político de la provincia, aunque incapaz, todavía, de convertirse en alternativa a los partidos tradicionales.
La distribución territorial, del nacionalismo fue desigual. Hay que constatar la falta de correspondencia automática entre la existencia de una estructura organizativa nacionalista y la implantación electoral y la ausencia del nacionalismo en numerosas localidades, lo que es confirmado, asimismo, por sus resultados en las urnas. Geográficamente, el PNV se extendió por el valle del Deva y la línea de la costa, con algunos enclaves en el interior. El nacionalismo se asentó en las zonas, económica, social y demográficamente, más dinámicas de la provincia. Socialmente, el nacionalismo se abrió paso, sobre todo, entre las clases medias-bajas guipuzcoanas: empleados, artesanos, trabajadores manuales y campesinos constituyeron el grueso de sus seguidores. Sólo un pequeño grupo de personas acomodadas abrazó las ideas sabinianas y su peso fue más destacable al final del período.
El análisis de las actividades realizadas, así como la lectura pormenorizada de las crónicas periodísticas nos muestran un nacionalismo más preocupado por la conservación del euskera y de la pureza de las costumbres, amenazadas ambas por la irrupción de personas y actitudes ajenas al estilo de vida habitual en el país, que por lo que actualmente entendemos por acción política. La actividad que desarrollaron los batzokis guipuzcoanos era más cultural que política, destacando la importancia que alcanzó el teatro vasco en sus programas. Los actos propiamente políticos fueron escasos, conferencias generalmente y un par de concentraciones provinciales anuales, acompañadas por algunas reuniones comarcales, más de carácter festivo que reivindicativo.
Varias son las conclusiones que podemos extraer del conjunto de los resultados nacionalista en las diferentes instituciones guipuzcoanas, especialmente en la diputación y en muchas poblaciones de mediano tamaño de nuestro territorio. No así en las elecciones a Cortes. El cambio es especialmente significativo en la diputación, donde, frente al solitario escaño de 1915, fueron 5 los nacionalistas que ocupaban asiento en la corporación provincial en 1923, constituyendo, gracias a la división entre tradicionalistas y jaimistas, la minoría mayoritaria. La presencia en el ayuntamiento de San Sebastián (11 concejales de 33) revela asimismo la relevancia adquirida por los seguidores de Sabino Arana en nuestra provincia tras veinte años de actuación. Podemos situar, de hecho, a la Comunión Nacionalista Vasca como segunda fuerza política guipuzcoana, aproximándose al primer puesto ocupado por el tradicionalismo.
Para ello, los nacionalistas recurrieron a las mismas armas electorales que utilizaban el resto de los partidos de la provincia y practicaron una política de alianzas muy activa. Estos pactos eran muy cambiante, y como sucedió con las demás fuerzas, no respondieron necesariamente a unos criterios permanentes e ideológicos, sino que estaban determinada, en buena medida, por las realidades locales y las coyunturas concretas en las que se desarrollaban los comicios. La debilidad de las estructuras partidistas es una característica extensible incluso a aquellos grupos calificados habitualmente como modelos de partidos modernos, entre ellos la Comunión Nacionalista Vasca. Creo, en este sentido, que tal vez se haya insistido en demasía sobre el carácter "modernizador" del nacionalismo vasco en el terreno político. La dimensión social de la práctica político-electoral restauracionista estaba fuertemente condicionada por el peso de una serie de grupos informales, familia, sociabilidad religiosa, círculo de amistades, relaciones profesionales, etcétera, que trascendían el marco político-ideológico, pero que, al mismo tiempo, proporcionaban a éste los apoyos indispensables para alcanzar o mantener el poder.
¿Cómo se explica, entonces, ese importante crecimiento nacionalista? Los nacionalistas, con una organización estructurada y estable, liderada por un grupo de profesionales conservadores, bien relacionados socialmente, aunque alejados de la elite económica provincial, recibieron la adhesión de un sector significativo de las clases medias y bajas guipuzcoanas. Su profundo catolicismo les permitió unirse coyunturalmente con carlistas, integristas y católicos independientes, mientras que el posibilismo de su dirección facilitó el acuerdo con los dos grandes partidos monárquicos. De este modo, los nacionalistas ocupaban alternativamente los espacios de la derecha o de la izquierda moderada. Sería el conjunto de estas característica y su capacidad organizativa los que permitieron el crecimiento del nacionalismo, al aparecer progresivamente y sin rupturas traumáticas, como el garante más eficaz de la religión, la lengua, la vida tradicional y los fueros; esto es, de los elementos hegemónicos de la vida sociopolítica de nuestro territorio
Item Type: | Thesis (Other) | ||||||
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Subjects: | History > History by epochs > Historia contemporánea History > History of countries > Historia regional | ||||||
Divisions: | UPV/EHU > Filología, Geografía e Historia > Historia Contemporánea | ||||||
Contributors: |
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Date Deposited: | 24 May 2010 17:00 | ||||||
Last Modified: | 24 Aug 2010 13:16 | ||||||
URI: | http://edtb.euskomedia.org/id/eprint/5751 |
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